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lunes, 25 de febrero de 2013

Desenrédame.

A golpe de Domingo,
sin poder evitar que tu andes por aquí entre mis sonrisas, tus ojos, mi comisura y tus labios.
Empezando a paso de tortuga,
avanzando, metiendo quinta y lo menos importante será frenar,
que hace unos días ya chocamos.
Podemos ir a nuestro ritmo, acompasados, aunque desafinados,
mientras tu me lo dices todo en un par de palabras y besos,
te grito bajito al oído mientras te muerdo una oreja si me cuadra.
Por ahora volar, no podemos, pero flotamos y nos encontramos en algún rincón poco iluminado entre tu pensamiento y el mio,
y con tus ojos y una media sonrisa, iluminamos el lugar y nuestra órbita.
Llevo semanas moviéndome entre cielos azules con nubes
y algún nubarrón que me ha calado los besos y quitado un poco de calor y color del corazón.
Pero al despertar, tan cerca y tan lejos, tú,
abrazándome con los ojos y las ganas y dándome toda esa vida que resbaló entre gotas de lluvia.
Sin razón y con toda la magia acumulada, tan irracional y a quemarropa,
soltamos unas palabras de esas tan tangibles y capaces de volver loco a cualquier ser humano.
De rarezas entendemos, y entre peculiaridades y detalles,
vamos consiguiendo un juego de un par de sonrisas que tienden a infinito cada día un poquito más.
Todo el problema sea mirarnos sin vernos, hasta que llegue esa fecha marcada en el calendario,
y nos convirtamos en un remolino de motivos con sus razones,
las ganas a flor de piel y la lluvia de vida surgiendo a borbotones de los ojos,
acompañando a la magia de las manos.
Sobrevivir al tiempo,
convivir con el día a día que surge a cada amanecer,
soñar si hace falta, formar parte de insomnios, de historias, de pensamientos y
de la vida que enseñan pupilas algún domingo como este.

Mi corazón, habitación pintada, una canción que brilla en la mañana (8)

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