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sábado, 19 de noviembre de 2011

Tú, sólo tú.

Sonrisas a quemarropa, amor hasta en los ojos.
Por las sensaciones que suben por mi tripa.
La alegría que se traspasa facilmente de mi boca a las pupilas, dándole ese brillo tan particular.
Ese brillo que ayer me gustó ver en tus ojos, en tus labios y que tus manos le traspasaron a mi piel.
Como la alegría tonta de encontrarte sin haberte buscado.
Soltar en una de esas carcajadas, sin motivo pero con razon, que dices te gustan, todo el aire y después respirar, tu aliento y ese olor que no se desprende de mi ropa.
Empezaría a enumerar los infinitos motivos por los que te quiero.
Volar amarrada a ti. Soñar contigo, mientras escucho una de tus tonterías, perdida en tus ojos.
Tu pelo. Hacerte la competencia subiendome a un escalón de esos altos, y que te me cojas, y no me sueltes, que sabes que desde las alturas a las que tú me llevas, me da vértigo, pero si me agarro a tu cintura, se pasa, y se para el tiempo, entonces, no hay caída, somos infinitos, antigravedad. Aunque a parte de los escalones no hay nada como ponerme mucho, mucho de puntillas, y buscar tu boca que es la que me termina encontrando.
Porque como tus tonterías, tus caras de niño, esas que me enamoran, las locuras, los trocitos de jardin, nuestro banco, todo, contigo, merece la pena.
Te quiero Croqueta, me encanta tu boquita de caramelo.

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